Inteligencia artificial en tiempos de elecciones presidenciales

La inteligencia artificial (IA) está revolucionando la organización de las sociedades, incluyendo a la política. La comunicación, las campañas electorales y la generación de noticias de interés construidas por algoritmos dirigidos a potenciales votantes, son algunos de los usos más comunes. Si bien la IA parece aportar importantes ventajas al proceso electoral, no dejan de ser considerables sus riesgos de manipulación, así como los desafíos éticos y cuestiones de privacidad que involucra.

Desde hace varios años la IA ha ido ganando terreno en el ámbito de la política. Los múltiples beneficios de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático, hacen que sea muy atractivo el uso de estas técnicas; especialmente para candidatos en campaña, partidos o gobiernos que desean reforzar algún mensaje o aspecto de su imagen pública.

Sin ir más lejos, las campañas políticas utilizan permanentemente IA para analizar grandes cantidades de datos sobre el electorado, incluidos datos demográficos, historial de voto y actividad en las redes sociales. A través de modelos construidos con técnicas de aprendizaje automático, aprendizaje profundo y procesamiento del lenguaje natural se pueden identificar patrones y tendencias que, potencialmente, contribuyan a mejorar la estrategia de campaña y predecir resultados futuros.  

Al mismo tiempo, las campañas políticas recurren al análisis de sentimientos (sentiment analysis) para conocer la opinión del público sobre diferentes temas y candidatos y sondear el clima de opinión general, antes de las elecciones. Esta información puede ayudar a las campañas a adaptar sus mensajes para que resuenen entre los votantes y, en algún punto, también pone en tela de juicio el valor de las tradicionales encuestas de opinión pública.  De hecho, las nuevas tecnologías demuestran que el control político está cambiando aceleradamente: el debate público, las plataformas políticas, la imagen de los funcionarios o candidatos y los grandes temas de la agenda mediática transitan hacia su instalación en las redes sociales, los chatbots y las plataformas virtuales.

Más allá de su enorme utilidad en el desarrollo de las campañas electorales, en la era de la IA la integridad electoral se vuelve más crítica cuando puede ser usada para manipular las elecciones y generar desinformación. La IA basada en contenido es un fenómeno emergente que posibilita crear mensajes con imágenes hiperrealistas a un ritmo mucho más rápido que un humano, y con un menor costo, para que se adapte a audiencias específicas pero sin ningún tipo de regulación o consideración ética. No obstante, la autenticidad del contenido puede ser cuestionada si los votantes se dan cuenta que ha sido producida por software y dar lugar a las clásicas fake news.

Cambridge Analytica fue la clara eclosión de este problema: se manipuló la voluntad de los votantes por medio de las redes sociales, con base en el uso tecnológico, discrecional y no autorizado de la información particular de millones de personas.

Hace más de diez años países como Estados Unidos, Inglaterra, Brasil y Singapur han incorporado la inteligencia artificial a sus campañas políticas. A su vez las herramientas de análisis de datos y personalización de contenidos de campañas, están cada vez más presentes en los últimos años en distintos países de Europa y Latinoamérica. Durante las elecciones presidenciales de 2020 en India, un candidato lanzó un video-mensaje que, a través de tecnologías de procesamiento del habla, traducía su voz en diferentes lenguajes y dialectos para poder llegar a más votantes. Y en la campaña presidencial de Joe Biden en el mismo año, se implementó una plataforma de análisis de datos llamada Narwhal, que utilizaba técnicas de IA para recopilar y analizar datos de múltiples fuentes.

Observando otras posibilidades de manipulación presentes en la comunicación política, este año el Comité Nacional Republicano de Estados Unidos publicó un breve anuncio, en respuesta al anuncio oficial de Biden de buscar la reelección, que mostraba un EE.UU. distópico, con imágenes fuertes de migrantes cruzando la frontera en un escenario de guerra. Pese a que el anuncio incluía una pequeña etiqueta como descargo de responsabilidad que decía: «Creado completamente con imágenes de IA», muy pocas personas notaron la etiqueta en su primera visualización, según un estudio realizado por CNN.

Redoblando la apuesta, se encuentra el ejemplo de Leader Lars, un bot que lidera el partido sintético en Dinamarca y busca darle voz a todos los partidos minoritarios daneses. La aplicación fue creada en 2022 por el colectivo de artistas Computer Lars y la organización de arte y tecnología MindFuture Foundation. Mediante un canal de Discord, es posible conversar con este chatbot programado con las propuestas de todos los partidos políticos minoritarios en Dinamarca y que busca visibilizar los intereses de los daneses que no se sienten representados por los líderes actuales. 

En lo que hace a Argentina, en algunas provincias se vienen probando sistemas para complementar con IA la comunicación con los candidatos o los procesos electorales. En Rio Negro el equipo del candidato provincial Alberto Weretilneck desarrolló “AlbertoBot”, un asistente virtual creado para multiplicar los canales de contacto con la gente. Mientras que en Corrientes, por primera vez se testeó el uso de IA para acelerar la lectura de telegramas en el escrutinio de votos y poder dar los resultados lo más rápido posible (un sistema de lectura de telegramas con “transformer”, redes neuronales secuenciadas que hacen que el software pueda emular el razonamiento humano para esa tarea).

Hacia una regulación de IA en política partidaria y campañas electorales

Sin lugar a dudas, una forma de mitigar los riesgos presentes en el uso de IA en las elecciones, sería adoptar medidas que garanticen la transparencia y la responsabilidad en su implementación concreta. En este sentido, a fines de 2021, los 193 Estados miembros de la Conferencia General de la UNESCO adoptaron la Recomendación sobre la Ética de la IA, constituyendo así el primer instrumento normativo mundial sobre el tema. En dicha instancia se planteó que las tecnologías de la IA pueden ser de gran utilidad para la humanidad y todos los países pueden beneficiarse de ellas, pero también suscitan preocupaciones éticas fundamentales, por ejemplo, en relación con los sesgos que pueden incorporar y exacerbar, lo que puede llegar a provocar discriminación, desigualdad, brechas digitales y exclusión y suponer una amenaza para la diversidad de las comunidades. En esta dirección, se esperan regulaciones concretas en los países de Occidente, para evitar la manipulación, sesgos de las audiencias o abuso de la privacidad de los votantes. Aunque estas normativas aún no estén implementadas para las próximas elecciones, un ejemplo europeo radica en que el organismo encargado de regular el financiamiento electoral británico y establecer estándares sobre las elecciones, instó a los partidos políticos para que se comporten de manera responsable.

En síntesis, la inteligencia artificial presenta importantes desafíos para la integridad electoral, pero también podría ofrecer oportunidades para mejorar la eficiencia de los procesos electorales. Todo ello dependería de la implementación de principios fundamentales tales como la transparencia y regulación normativa que deberá regir todo proceso electoral en sus diversas etapas pre y poselectorales: asegurarse de que la implementación de la IA se realice de manera transparente, imparcial y equitativa es uno de los mayores desafíos en este contexto de intereses opuestos. Tal como recomiendan expertos e investigadores de UNESCO, los dispositivos técnicos e institucionales deberían garantizar la auditabilidad y la trazabilidad del funcionamiento de los sistemas de IA, para intentar solucionar cualquier conflicto con las normas relativas a los derechos humanos, y más específicamente a los derechos de la participación política.

Claramente aún resta mucho camino por recorrer y el interrogante mayor sería saber qué adaptaciones técnicas implementarían estos desarrollos específicos en IA, en un futuro próximo, a partir de nuevas regulaciones que beneficien no sólo particularmente a la integridad electoral sino al sistema democrático en general.